Si llegaste hasta aquí esperando que te diga "botox para todos", lamento decepcionarte (o tal vez no tanto).
La toxina botulínica es una de las herramientas más potentes que tenemos en armonización facial, pero también una de las más mal entendidas. No es magia. No es un borrador de arrugas. No es para todo el mundo ni para todas las edades.
Y lo más importante: no es una decisión estética, es una decisión clínica.
La toxina actúa bloqueando ciertos músculos que están trabajando en exceso. Esa hiperactividad es la que, con el tiempo, termina marcando líneas, acentuando gestos de enojo o cansancio, y generando tensión en zonas donde deberíamos ver suavidad.
Pero ojo: el músculo que hoy te molesta, quizás mañana te va a hacer falta. Por eso, antes de pinchar, hay que diagnosticar.
🔹 Cuándo sí la recomiendo:
🔸 Cuándo NO la recomiendo:
Pasa. Muchas llegan a mi consulta después de malas experiencias: cejas que subieron demasiado, párpados caídos, rostros inexpresivos o sensación de que ya no se reconocen.
En esos casos, lo primero es esperar a que el efecto pase, y luego rediseñar un protocolo personalizado, con dosis exactas y puntos estratégicos. Cada rostro tiene su mapa. Mi trabajo es leerlo.
Aplicar toxina botulínica se ha vuelto casi una moda. Promociones de 3x2, clínicas que no explican nada, influencers recomendando sin formación médica.
¿El problema?
Esto no es maquillaje. Es un procedimiento médico que requiere conocimiento profundo de anatomía, musculatura facial, dosis y simetría.
Trabajo con mujeres que valoran eso. Que no quieren verse “más jóvenes” a cualquier costo, sino más descansadas, más suaves, más ellas.
Mi consulta está en el sector oriente de Santiago (Las Condes), pero recibo pacientes de toda la RM: Vitacura, Lo Barnechea, Providencia e incluso comunas más alejadas.
Si estás pensando en toxina botulínica, te invito primero a conversar. El diagnóstico es gratuito si decides tratarte conmigo, y mi compromiso es decirte siempre la verdad, incluso si eso significa decirte: “no lo necesitas”.
Te ayudo a restaurar tu armonía, no a congelarla.